Después de una corta biografía de este contemporáneo Bendito por descubrir, este folleto nos ofrece muchas oraciones en relación con este sacerdote rumano que se formó en Francia y que vivió parte de su vida en este país.
Vladimir Ghika nació el 25 de diciembre de 1873 en Constantinopla, donde su padre era diplomático, en el seno de una familia principesca de Rumania. Bautizado y confirmé en la Iglesia Ortodoxa, la religión de sus padres, llega en 1879 a Francia, su futuro país de elección al que ya está vinculado por su madre. Como estudiante en Toulouse y luego en París, adquirió una sutil y profunda formación humana y espiritual que le abrió a los tesoros de la Iglesia Católica, a la que se unió en 1902. Realizó estudios eclesiásticos en Roma que concluyeron con un doctorado en teología, y mucho más tarde, en 1923, con la ordenación sacerdotal para la diócesis de París.
Dirigiendo muchas actividades diplomáticas, intelectuales y apostólicas al mismo tiempo, ejerció su ministerio en París, donde su vida se nutrió de muchas amistades espirituales y se intercaló con numerosos viajes a Roma, Australia, Japón, Argentina...
La Segunda Guerra Mundial lo sorprendió en una Rumania que luego fue sometida a las fuerzas comunistas. Pronto percibido como un obstáculo para la afirmación de la ideología marxista, es arrestado y encarcelado cerca de Bucarest. Dos años más tarde, en mayo de 1954, murió a la edad de ochenta años por las consecuencias de su detención.
Se celebra el 16 de mayo.
"Quien se desnuda para los demás se viste de Cristo"
Cabello y barba blancos, ojos muy suaves, la cabeza un poco inclinada hacia adelante, su silueta sin espesor daba una impresión de cansancio y fragilidad. Uno esperaba verlo tropezar en cualquier momento.
Había que verlo caminar con su uniforme y flexible andar de montaña para comprender que este débil era incansable y que sólo dejaría de servir y bendecir cuando entrara, desgastado por la cuerda, en la vida misma de su Dios. Su debilidad era real, sin embargo, pero misteriosamente se convirtió en su interior en una fuerza duce e irresistible. No había nada ocioso y calculado, excepto su forma de andar.
Parecía estar esperando, disponible como un barco, todo volando afuera, esperando el viento favorable, me refiero a la llamada de la providencia en todas sus formas.
- El conde Pierre de Briey.
- Ancho
- 10,5 cm
- Peso
- 80 gr
- SH
- 49019900
- Altura
- 18 cm